Se suponía que ellos -los dueños del poder territorial, los intendentes peronistas- iban a traccionar los votos desde abajo, hacia el candidato que figura arriba en la boleta del Frente para la Victoria, Martín Insaurralde. Pero muchos de ellos llegaron a la conclusión de que en las primarias el asunto funcionó al revés: con bajo nivel propio de seducción sobre el electorado, Insaurralde tiró hacia abajo los votos que hubieran podido cosechar las listas que interesan a los intendentes, las de sus candidatos a concejales. Como sea, desde esa lectura de las urnas, el oficialismo bonaerense -y nacional, claro- vive en una olla que, con las válvulas de escape aparentemente trabadas, sigue acumulando presión y amenaza con estallar.
El clima en ese espacio -muy en particular en el Conurbano, donde además el gobierno nacional se juega su suerte electoral- siguió caldeándose en los últimos días. Y a esta altura, aunque nadie espera que los intendentes salten el cerco antes de los comicios de octubre, casi todos están ya definitivamente convencidos de que harán “la suya”, lo necesario para “salvarse”.
Los intendentes encararon la derrota con una suerte de petitorio no escrito para tratar de revertir la situación. En rigor, para moderar el golpe, porque ya en la noche del domingo 11 evaluaron que la caída era irreversible. Allí anotaron las causas de la derrota y por lo tanto las señales de “cambio” que a su criterio son necesarias: inseguridad, inflación y un “gesto para la clase media” vía el impuesto a las Ganancias. Pidieron también participación en lo que imaginan como una imprescindible y segura redefinición de la campaña del FpV en la Provincia. Pero los días pasan…
SEÑALES DESDE EL SUR
En el peronismo bonaerense ya escucharon los mensajes públicos de la Presidenta post-primarias y han leído atentamente sus tuits. Pero además en estos días llegaron a ese ámbito detalles de la reunión de Cristina con empresarios en Río Gallegos. Y lo que trascendió redobló la inquietud.
En la versión de industriales y banqueros, no hubo reproches ni tratos irónicos de la Presidenta. Buen tono y gestos de formal cordialidad. Pero los invitados también anotaron que Cristina escuchó atentamente pero poco. Prefirió hablar ella. “Cada intervención de un empresario daba lugar a una muy larga explicación de la Presidenta”, contaron.
“Escucha, sí, pero cree que el modelo no necesita correcciones. Aceptó reclamos a los que consideró ‘incorrectas aplicaciones’ del modelo, como cuando ordenó a Débora Giorgi que se ocupara de problemas para importar insumos que plantearon algunos sectores industriales, porque ‘eso no puede ocurrir’. Pero está convencida de que el modelo no tiene imperfecciones ni presenta dificultades en su desarrollo, no hay nada que cambiar”, fue uno de los “datos” del encuentro que más preocupó a los oficialistas que jugarán en octubre.
EL VOTO, SEGUN LA PRESIDENTA
Pero los invitados de Cristina contaron también que si con algo “se mostró molesta” la Presidenta fue con el resultado del 11 de agosto.
“Dijo varias veces que no entendía qué votaba la gente y expuso su enojo diciendo que, ‘bueno, es el juego democrático, vendrá otro gobierno y listo’”. Pero más allá de esas “quejas”, la Presidenta mostró que sí tiene una opinión sobre qué votó la ciudadanía.
“Cuando la gente mejora su situación y llega a determinado nivel, quiere más”, dijo, en el marco de una evaluación sobre el voto y la situación social que sintetizó en una frase: “Miami ya es una sucursal de la Argentina”.
MALOS PRONOSTICOS
Los trascendidos de estas posturas de Cristina vinieron a sumar temperatura en la caldera del oficialismo bonaerense.
Sin señales de los cambios que esperan, los intendentes recibieron en estos días datos de que la situación tiende a empeorar. Según algunas encuestas, el candidato del Frente Renovador, Sergio Massa, rondaría ya los 40 puntos de intención de voto frente a los 35,5% que sumó hace dos semanas, mientras el amperímetro de Insaurralde no se mueve. Y esa tendencia se registraría también “abajo”, para las listas legislativas y municipales.
PASES SIN AVISO NI PERMISO
“En los distritos la dirigencia intermedia, desde punteros barriales a concejales, está emigrando al massismo sin avisar ni pedir permiso”, define con elocuencia un referente del peronismo provincial. Esas migraciones mostraron en la Legislatura el impacto institucional que pueden significar para el oficialismo. El pase -con aviso- de dos senadores -Cacho Alvarez y Osvaldo Goicoechea, dos históricos del PJ bonaerense- al Frente Renovador deja al oficialismo sin la mayoría que ostentaba desde hacía años en la Cámara Alta.
El pase de esos dirigentes es, también y fundamentalmente, una mala noticia para Daniel Scioli. Alvarez es el máximo referente de “La Juan Domingo”, la agrupación creada para ser la base territorial del proyecto presidencial del Gobernador para el 2015. Y a principios de esta semana le anticipó la movida a Scioli. “Nacimos para sostener tu proyecto, pero también para enfrentar al ultrakirchnerismo, sobre todo para defenderte de sus embestidas en la Legislatura y ahora sos un puntal de ellos”, le dijo el senador, no sin antes reprocharle que, por ser parte del sciolismo, se quedaron sin lugares en las listas y no pudieron participar de estas elecciones. Scioli respondió explicando su postura en que lo hace “en defensa de la gobernabilidad y la institucionalidad”.
Fuente: EL DIA)
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