La sal es popular y tradicional en la cocina mundial y está presente en el ser humano desde épocas remotas: primero como conservador de alimentos y luego añadida como condimento.
Cada gramo de sal contiene entre un 40% y un 60% de sodio, un nutriente esencial que permite al organismo mantener el equilibrio iónico y retener el agua para conseguir un buen nivel de hidratación.
Las necesidades diarias de sal recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son de 4 a 6 gramos por día, lo que equivale a 1.6 gramos de sodio. En la Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el consumo de sal por persona ronda los 12 gramos diarios, el doble del valor máximo recomendado. En cuanto a las personas con hipertensión, se recomienda 2 gramos.
El doctor Jorge Tartaglione (MN 67502), médico cardiólogo miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), consideró que “el principal desafío es volver a nuestra condición natural, no agregando sal a las comidas y tratar de evitar aquellos alimentos con alto contenido, tarea que no es fácil ya que se deben realizar modificaciones en la conducta alimenticia”.
¿Dónde está presente la sal?
La mayor parte del sodio que consumimos proviene de la sal agregada a las comidas y de los alimentos procesados. Debemos estar atentos a la cantidad de sodio que indican las etiquetas de los alimentos, ya que estos valores sumados a la sal que se agrega al ser consumidos, puede superar los niveles saludables indicados por la OMS.
Por lo tanto, para realizar un consumo responsable de la sal y cuidar la salud es importante:
– controlar la cantidad de sal que se agrega a las comidas
– tener en cuenta el contenido de sodio de los alimentos consumidos
Se consideran alimentos con una cantidad elevada en sodio aquellos que presentan más de 500 miligramos por cada 100 gramos de alimentos, equivalente a un 1.3% de sal.
La carne, por ejemplo, contiene 65 miligramos de sal, el huevo 122 y el pescado 140, en 100 gramos. Una rodaja de pan contiene 114 miligramos, cuatro fetas de panceta 548 y tres medialunas tienen toda la cantidad de sal que una persona con hipertensión arterial puede consumir en una semana.
Incluso en el agua encontramos sodio: el agua mineral contiene entre 110 y 164 miligramos por litro, mientras que el agua bajo en sodio tiene 10.
El consumo excesivo de sodio es una de las principales causas de enfermedades cardíacas, ya que, entre otras, puede generar aumento de riesgo de hipertensión arterial y empeorar los síntomas asociados a enfermedades del corazón.
Consecuencias que puede traer el consumido excesivo de sal
Uno de los avances más importantes en la medicina consistió en detectar que, por sus propiedades, el consumo en exceso del cloruro de sodio (sal) aumenta los riesgos de padecer patologías vasculares. De esta manera, se estableció que la sal perjudica a las personas más allá de su edad o su condición física, ya que inclusive se observaron eventos cardiovasculares en individuos con presión arterial normal.
Así es que los especialistas destacan que el consumo excesivo y prolongado de sodio:
– Provoca retención de agua (con el consiguiente aumento de peso y exigencia al corazón, hígado y riñones de manejar mayor volumen de líquido y trabajar por encima de sus posibilidades).
– Aumenta el riesgo de hipertensión arterial.
– Empeora los síntomas asociados a enfermedades del corazón, hepáticas y renales.
– Agrava cualquier disfunción del organismo en fumadores, diabéticos y obesos.
– Se encuentra asociado también a enfermedades tan graves como el cáncer de estómago y la osteoporosis.
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