Se fue uno de los grandes símbolos de la libertad y de la concordia. Reconstruyó un país acercando las diferencias, uniendo y trabajando por la paz.
Nelson Mandela nunca fue realmente un prisionero, sino un hombre libre siempre, y ahora, eternamente. Su muerte era esperable, pero sigue siendo difícil de aceptar, ya que el mundo ha perdido a un verdadero líder, a un verdadero padre y a una verdadera inspiración. Decir que él vivió una vida cargada de sentido apenas le hace justicia, y no ha terminado, porque deja un profundo legado de esperanza en un mundo todavía sacudido por la injusticia y la inequidad. Su inspiración vivirá en los corazones de la gente en todo el planeta.
Nelson Mandela se erigió en la bandera de esa resistencia y fue el paladín de las reinvindicaciones de los postergados del sistema segregacionista que imperaba en Sudáfrica. Pero no solo eso, sus reclamos, los reclamos del Congreso Nacional Africano (organización que coordinaba esa lucha) eran también por un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza. Entregó su vida por la reivindicación de la raza negra, pero además por un modelo de sociedad más justo y más equitativo.
Sufrió humillaciones, tortura y encierro, mas 27 años de ese castigo, no le turbiaron la razón ni el sentido. Esos 27 años no hicieron que por sus venas se engendrara el odio, el resentimiento ni la venganza. Al salir en libertad en febrero de 1990, al dejar de ser el preso 466/64, se puso a trabajar por la reconciliación, por el consenso, por la paz. Sin dejar en el olvido los crímenes del Apartheid, pues para eso organizó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, cuya presidencia encomendó al Obispo Desmond Tutu.
Una vez en libertad, Mandela bien pudo ser el líder de una revolución revanchista y sangrienta. Pero eligió el camino de la paz, eligió el camino de la reconciliación con verdad. Eligió dejar atrás el odio y los enfrentamientos, para buscar una instancia superadora.
“Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades”, dijo una vez el líder que hoy honra todo el planeta.
Fueron tantos los legados que nos dejo “Madiba” que es dificil sintetizar su obra en pocas palabras. Significo concordia, tolerancia, respeto y por sobre todas las cosas nos hizo entender que el único camino del progreso es la paz sin rencores. Por todo eso luchó, por esa lucha sufrió la cárcel. Pero después de esa lucha y esa cárcel, eligió el camino de la concordia, de la no violencia, de la paz. Esa sabiduría es la que hoy hace decir al mundo “se fue un grande”. Como sociedad tenemos el desafió de seguir su legado. Solo de esta forma aseguraremos un futuro mejor y que Nelson Mandela descanse en paz.
Dr. Lisandro Bonelli
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