Las neoplasias malignas de la glándula mamaria constituyen mundialmente el tumor más frecuente en la mujer, representando el 31% de todos los tumores en la población femenina y la primera causa de muerte por cáncer de dicho género.
La incidencia global se ha incrementado en los últimos años en forma relativa, debido a la implementación y difusión del tamizaje mamográfico, pero también a los cambios de hábitos de vida.
Se estima que 1 de cada 8 mujeres que alcancen los 81 años habrá sufrido un cáncer de mama en el transcurso de su vida.
La morbimortalidad de estas neoplasias se relaciona con su evolución casi siempre silenciosa, en el momento en que la paciente percibe una masa palpable o cambios en el pezón, el tumor tiene un promedio 4 cm de diámetro y en el 60% de estos casos ya se identifican clínicamente metástasis ganglionares.
Resulta fundamental la información de la población respecto de la importancia del control mamario clínico e imaginológico, a modo de prevención secundaria, conductas que podrían modificar la evolución natural del cáncer de mama, ya que las posibilidades terapéuticas y curativas varían de acuerdo con los diferentes estadios.
Por ello, resulta de particular importancia que tanto los médicos toco-ginecólogos como los médicos generales encargados de la atención primaria realicen la exploración sistemática de la glándula mamaria, además de recomendar y explicar a la población que atienden los principios de la autoexploración.
En el cáncer de mama el pronóstico esta estrechamente ligado al momento de la detección, sabiendo que el diagnóstico temprano evita y disminuye en gran medida los procedimientos quirúrgicos, atenúa la repercusión psíquica y socio-familiar desencadenada por la propia patología.
En nuestros días, la herramienta más eficaz para lograr la reducción de la mortalidad generada por esta patología es la prevención secundaria a través del diagnóstico precoz en los estadios iniciales mediante el estudio de la mujer asintomática.
A partir de los 20 años las mujeres deben comenzar a realizarse el autoexamen mamario una vez por mes, el examen clínico debe ser anual a partir de los 30 años. En tanto, el examen mamográfico debería efectuarse a los 35 años y luego en forma anual a partir de los 40 años, en mujeres asintomáticas y sin antecedentes familiares de cáncer de mama.
LA PREVENCIÓN ES LA ÚNICA HERRAMIENTA QUE POSEEMOS PARA EL DIAGNOSTICO PRECOZ.
Es un mensaje de la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de San Nicolás de los Arroyos
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