Asombro y consternación. Entre esos sentimientos se debatían ayer sacerdotes y creyentes que, dentro del santuario, miraban el vidrio roto de la vitrina protectora y, dentro de ella, la imagen de la Virgen de San Nicolás y el niño Jesús sin sus coronas, que horas antes, fueron robados.
El atraco se produjo la madrugada de ayer, cuando desconocidos rompieron primero una ventana lateral de la gran estructura que da directamente a la plataforma donde permanece la imagen. Allí, destruyeron una de las caras de la vitrina y se llevaron las coronas, hechas de plata y piedras incrustadas, de las dos imágenes, talladas por el orfebre José Luis Pallarols, que fueran coronadas el 25 de mayo de 2009. También robaron el crucifijo.
Algunas circunstancias se dieron para que el robo pudiera perpetrarse. No había seguridad dentro del templo y se estaba reestructurando el sistema de alarma, que en ese momento no funcionaba.
Por la mañana, la policía recibió la denuncia e inició un rastrillaje en un asentamiento muy cercano al templo, con resultados negativos. Sólo se demoró a un menor que presentaba lastimaduras al costado de la zona abdominal para ver si las heridas eran compatibles con la rotura del vidrio, pero eso quedó descartado. También se tomaron huellas dactilares y restos de sangre, y se esperaban los resultados de los peritajes.
LaCapital estuvo en el lugar, adonde iban llegando los feligreses y se enteraban de la mala nueva. Adentro, se multiplicaban los rezos. Una mujer arrodillada en el piso frente a los reclinatorios la iglesia oraba en voz alta, mientras las cámaras de televisión iban invadiendo la escena. La imagen de la Virgen está elevada, arriba y detrás del altar principal. Y allí se dirigían las miradas. En el fondo, un cura recibía la confesión de los feligreses. A un costado podía verse el vidrio roto de la ventana por la que entraron los ladrones, al que accedieron trepando hasta un alero externo. La policía ya había cerrado el ingreso a la imagen y custodiaba el lugar donde minutos antes había estado la sección Científica.
Un “signo”. El padre Carlos Pérez es uno de los cinco religiosos que atienden el santuario, que dirige el sacerdote Marcos Luján. “Sentimos mucha tristeza, es una imagen muy querida por nosotros. Yo creo que es un signo, hay valores que están siendo pisoteados, como la fe, y esto nos tiene que servir para tomar conciencia de lo que está pasando”. En el templo trabajan 40 personas, entre religiosos y laicos que se desempeñan en distntas tareas.
Algo similar sentían los mismos creyentes que fueron al templo. Como Javier Conti, un rosarino que, botella de agua bendecida en mano, no salía del asombro. “Vinimos y nos encontramos con esta noticia. Esto es maldad pura. ¿Qué ganan? ¿Lo pueden vender? Y si lo venden, ¿qué pueden ganar? No hay compasión”, se quejó.
Junto a él, Romina Pérez Correa cargaba un bidón con el agua que le habían bendecido minutos antes. “Hacía 13 años que no venía a este lugar. Me encontré con esta infraestructura increíble. Pero quedé helada cuando vi la imagen con el vidrio roto y sin las coronas. Me invadió una tristeza terrible, porque lo último que una espera es que le saquen algo a la Virgen. No hay perdón, porque esto tiene un valor espiritual, que se lo damos nosotros mismos, cada uno de nosotros, desde nuestra fe”, razonó la muchacha.
La investigación. En diálogo con este diario, el jefe de la Departamental San Nicolás de la policía bonaerense, Sergio Gil, contó que cuando se conoció el hecho los efectivos buscaron, junto con el fiscal Rubén Darío Giagnorio, en la llamada Villa Tranquila, lindante con el campito en el que se levanta el santuario. “Los resultaron fueron negativos, se identificó a un menor que tenía unos raspones, y se estudió si eran comcpatibles con la herida que podía provocar el vidrio roto, pero fue negativo.
A partir del hecho se convocó a la policía científica, que recogió huellas dactilares y rastros de sangre, y se esperaban los resultados de cotejar estos elementos con el banco de datos. No obstante, el policía aclaró que si los autores fueron menores no hay registro de huellas, y que algunas de las colectadas pueden no tener valor de cotejo. “Se trabaja en distintas hipótesis, sin descartar nada”, comentó.
El comisario reveló que los ladrones no se llevaron el dinero depositado en las urnas como limosnas. Y que el neto de metal de las coronas sustraídas no superan los 200 gramos de plata. “El valor es artístico y por supuesto espiritual”, reflexionó el funcionario.
el hecho los efectivos buscaron, junto con el fiscal Rubén Darío Giagnorio, en la llamada Villa Tranquila, lindante con el campito en el que se levanta el santuario. “Los resultaron fueron negativos, se identificó a un menor que tenía unos raspones, y se estudió si eran compatibles con la herida que podía provocar el vidrio roto, pero fue negativo.
A partir del hecho se convocó a la policía científica, que recogió huellas dactilares y rastros de sangre, y se esperaban los resultados de cotejar estos elementos con el banco de datos. No obstante, el policía aclaró que si los autores fueron menores no hay registro de huellas, y que algunas de las colectadas pueden no tener valor de cotejo. “Se trabaja en distintas hipótesis, sin descartar nada”, comentó.
El comisario reveló que los ladrones no se llevaron el dinero depositado en las urnas como limosnas. Y que el neto de metal de las coronas sustraídas no superan los 200 gramos de plata. “El valor es artístico y por supuesto espiritual”, reflexionó el funcionario.
FUENTE: LA CAPITAL
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