De La Quiaca a Ushuaia en dos ruedas, por Infobae

Los hermanos Lasalle recorrieron el país en bicicleta. Cumplieron un objetivo en el que el deporte y las ganas de ayudar se unieron. Una historia donde la educación, el sacrificio y la naturaleza jugaron un rol fundamental.

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Por Joaquin Mugica Diaz.

“Lo bueno de viajar en bicicleta es que despierta los demás sentidos”, escribió Sebastián en su diario de viaje. Ese recorrido escrito entre la Quiaca y Ushuaia que le quiere mostrar a sus hijos cuando la vida lo ponga frente a ellos. Santiago, su hermano, compartió la aventura de atravesar el país pedaleando. Ambos recorrieron  5121km en tres meses con la ilusión de absorber historias ajenas, darle felicidad a los ojos y ayudar a las escuelas rurales que encontraron en el camino.

La historia de Sebastián y Santiago Lasalle tiene una línea por la que transitan sus ideas. Sus  sueños y sus convicciones son compatibles con la aventura y la solidaridad. Ellos se propusieron recorrer la ruta 40 en toda su extensión y visitar colegios con la consigna de conocer sus realidades y poder ayudar. “Consideramos que la educación es la única forma de que un país pueda salir adelante”, dijeron a coro frente al grabador.

 

Son de San Nicolás, una ciudad ubicada al norte de la provincia de Buenos Aires, un lugar donde el río Paraná les enseñó que la belleza de la naturaleza es posible de explorar. “Los temores surgen de antemano al momento de plantearse un viaje así. Antes de salir, uno tiene que dejar muchas cosas atrás. Yo dejé un trabajo”, cuenta Sebastián con la felicidad de quien cree haber tomado la decisión acertada.

“Llegamos a la Quiaca en colectivo. En el momento de bajar las bicicletas, nos empezó a faltar el aire. ‘Aquí arranca la travesía’, me dije”, comenta Sebastián, Licenciado en Recursos Humanos y el creador de la aventura. “Año nuevo lo pasé con hielo en el pie y a la 1:00 me fui a dormir. Pero no sufría. Tenía la cabeza puesta en seguir viajando”, sostiene Santiago, quien prefirió dejar las nostalgias a un costado de la ruta.

Visitaron rincones de Argentina que los chocaron con una realidad distinta a la que sus sentidos estaban acostumbrados. Escenarios incompatibles con la dignidad, pero con actores acostumbrados a padecer el mal del olvido. “Están cansados de escuchar promesas y que después les corten el teléfono”, dice Sebastián. “Es buena gente, con ganas de aprender, de progresar”, acota Santiago con cierta resignación en sus palabras.

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Salieron de la Quiaca con dos ideas ambiciosas. Lograron concretar la primera cuando llegaron al sur del país en bicicleta. Y ahora buscan llevar a cabo la segunda, tratando de promover donaciones para ayudar a las escuelas rurales que visitaron. “En Pumahuasi, Jujuy,  nos encontramos con la falta de higiene. No hay un sistema cloacal. Son lugares aislados. Falta ropa, agua, no existe lo que para nosotros es común”, afirma Sebastián.

En el extenso camino que recorrieron juntaron imágenes de colegios donde la comida y el alojamiento, muchas veces, suelen estar antes que la educación.Porque la realidad diaria es inevitable e injusta. Escuela Albergue 247 Aguada Florencio, en Catan Lil, Neuquén, Escuela N°61, Pumahuasí, Jujuy, Escuela N°378, Chilecito, La Rioja, Escuela Primaria N° 130, el Salitral, Nequén, son los establecimientos a los que quieren ayudar ahora que la travesía terminó

“La idea es cerrar un círculo. Mostrarle las necesidades de las escuelas a la gente a través de la Fundación Aventurarse que creamos, recibir donaciones, comprar lo que se necesite, enviar los materiales, colgar la foto en la web para que puedan ver que llegaron y después enviar la factura de compra a cada uno de los que colaboraron”, explica Sebastián mientras logra que la ronda de mate genere un clima de mayor intimidad en la entrevista.

Santiago fue convencido por su hermano para emprender esta aventura sobre dos ruedas. Y las vivencias a lo largo del viaje le dieron un golpe de efecto a sus valores. “La experiencia me llevó a cambiar mi forma de pensar. Cambiar el ‘no puedo’ por el ‘si puedo’. Tanto para emprender algo laboral o deportivo”. Las inclemencias del tiempo, las historias de cada lugar donde pasó sus minutos y el esfuerzo físico lo desgastaron, pero lo devolvieron más feliz que cuando partió de San Nicolás.

 

Los que se abocan a la aventura conocen los riesgos y los escenarios posibles de cada viaje. Sebastián describió el perfil de un aventurero en una frase. “Es positivismo 100%. No hay quejas, no hay días de lluvias, no hay malos días. Todo es ir para adelante”. Y así fue su viaje. Peleando contra el viento, la lluvia torrencial, los caminos de cornisa, las subidas interminables, el sol dañino y el frío húmedo e invasivo.

Pero, además del clima y los imprevistos de cualquier viaje, existe un rival al que los deportistas suelen temerle. “La lucha contra uno mismo es clave. Es un desafío personal. Es uno contra su cabeza”, asegura Sebastián. “Para poder seguir pedaleando, aparte de tener un buen físico, hay que luchar con la cabeza. No existe el ‘no puedo más’. Hay que seguir. Es la barrera más difícil de superar”, complementa Santiago.

Sebastián y Santiago transitaron un sueño por la ruta 40. Una ilusión que arrancó cuando se subieron a sus bicicletas en la Quiaca y que concluyó el día que sintieron el frío seco de Ushuaia en sus huesos. En sus mochilas cargaron los nombres de las escuelas rurales a las que quieren ayudar con la colaboración de la gente.

“Ahora estoy con la idea de ir a visitar el Aconcagua”,  dice Sebastián con una sonrisa cómplice. “En esa no te acompaño”, le aseguró Santiago, riéndose y sentenciando su decisión. Una aventura se asoma en el futuro de los hermanos Lasalle. Un nuevo sueño que ya tiene el primer párrafo escrito.

Fuente: infobae.com

 

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