La elección legislativa que tiene lugar en octubre de 2013 es el hecho político central del año. No lo es porque su resultado pueda cambiar la relación de fuerzas en el Congreso, porque aun con una mala elección el oficialismo no perdería la mayoría: en el Senado se renueva el tercio electo en 2007, cuando Cristina Kirchner fue electa por primera vez (aun perdiendo algunas bancas no perdería la mayoría que hoy tiene), y en Diputados se renueva la mitad de la Cámara electa en 2009, cuando el oficialismo fue derrotado. Por otro lado, en el Senado ganando no llegaría a los dos tercios necesarios para convocar la reforma de la Constitución y con una victoria en Diputados difícilmente consiga las 19 bancas necesarias para alcanzarlos. Pero la experiencia de la elección legislativa que tuvo lugar hace exactamente 20 años, en 1993, mostró que el entonces Presidente Menem, con el 43% de los votos y una oposición desarticulada, logró negociar con un sector de la oposición -el del radicalismo que lideraba Raúl Alfonsín- los dos tercios que no tenía en el Congreso para avanzar hacia la reforma de la Constitución, que le permitió su reelección en 1995. La elección ahora sería a fines de octubre y el gobierno esta vez no la adelantaría, porque espera que la economía mejore a lo largo del año que se inicia. En agosto serían en consecuencia las internas simultáneas, abiertas y obligatorias y por esta razón ya en marzo las fuerzas políticas tienen que dar los primeros pasos para ir definiendo alianzas.
El problema del oficialismo, además del desgaste sufrido en los últimos meses de 2012, es la situación en los distritos más importantes. Al no elegirse presidente, las realidades locales pesan más las nacionales. En la Ciudad de Buenos Aires (11% del padrón) el PRO -que gobierna- tiene posibilidades de ganar y el segundo lugar puede estar en disputa entre una coalición de centroizquierda que sume desde Pino Solanas hasta la UCR y el FPV. En Santa Fe (9% del padrón), el primer lugar parece disputarse entre la alianza que lidera el Socialismo que gobierna la provincia y el PRO, que lleva al cómico Miguel del Sel como primer candidato a Diputado Nacional, quedando el FPV en tercer lugar. En Córdoba, con el mismo porcentaje del padrón, el PJ liderado por el gobernador De la Sota -enfrentado al Kirchnerismo- obtendría el primer lugar, con la UCR y el FAP disputando el segundo y el oficialismo nacional quedando en tercer o cuarto lugar. En Mendoza (5% del padrón) ganaría la UCR con el ex Vicepresidente Julio Cobos encabezando la lista de candidatos a diputados nacionales. En la decisiva provincia de Buenos Aires (38% del padrón), la cuestión que hoy no está clara es qué grado de unidad o división electoral va a tener el PJ. En principio el FPV llevaría a Alicia Kirchner encabezando la lista. Una lista de PJ disidente volvería a tener a Francisco de Narváez como primer candidato y al actual intendente de Tigre, Sergio Massa, podría también terciar. El FAP, la UCR y los restos de la Coalición Cívica negocian una alianza opositora. El PRO podría volver a reeditar su alianza de 2009 con el peronismo disidente. Estos cinco distritos reúnen dos tercios del total de los votos y es donde el Kirchnerismo tiene dificultades. En los otros 19 distritos, en cambio, tiene muchas posibilidades de imponerse -incluyendo a fuerzas aliadas como son los casos de Neuquén y Tierra del Fuego- con pocas excepciones, como Corrientes -junto con Santiago son las únicas dos provincias que eligen gobernador-, donde podría ganar la UCR, y San Luis, donde el gobernador por ahora sigue respondiendo a los hermanos Rodríguez Saá, alineados en el peronismo disidente.
Para la oposición la cuestión es qué alianzas logra articular y si sus candidatos firman el compromiso de oponerse a la reforma de la Constitución y la reelección. En principio la oposición parece encaminarse a repetir las dos coaliciones que presentó en 2009. Por un lado una de orientación socialdemócrata, donde converjan el FAP, la UCR y los restos de la Coalición Cívica, y por otro la del Peronismo Disidente y el PRO. No puede lograr una coalición electoral única, pero sí evitar la dispersión de la última elección presidencial. La cuestión central es si los candidatos a legisladores nacionales de todos los partidos opositores que firmaron el compromiso de oponerse a la reforma y la reelección -28 senadores y 107 diputados que incluyen desde el PRO hasta Pino Solanas-, firman el mismo compromiso antes de ser reelectos. Este compromiso firmado en 2012 ha cerrado para el oficialismo la posibilidad de negociar con algún sector de la oposición antes de la elección de octubre. Si los candidatos también lo firmaran, cerrarían esta posibilidad después de la elección que viene, dejando prácticamente sin margen al proyecto de reforma y reelección que el oficialismo sigue intentando lograr, pese a los límites que encontró en el último cuatrimestre de 2012.
Pero el oficialismo seguirá durante 2013 librando batallas para profundizar el modelo. La primera de ellas es con el Poder Judicial, al que el Kirchnerismo ha pasado a denominar corporación judicial. La presión para lograr fallos favorables de la Suprema Corte y la Cámara Civil y Comercial a su interpretación de la ley de medios será un tema central. Al mismo tiempo se pondrán en marcha proyectos de ley para someter a los jueces al poder político. La batalla contra el Grupo Clarín y los medios independientes también será relevante y no sólo se librará a través de la ley de medios, sino utilizando otros instrumentos, como la reforma del Mercado de Valores que permite intervenir empresas a pedido de socios minoritarios. La batalla con el campo es otro eje de conflicto definido por el gobierno, que tendrá un punto inicial con la ocupación del predio de la SRA confiscado a comienzos de 2013. La confrontación con Moyano es otra batalla que se continuará librando durante el año que comienza. La protesta convocada desde las redes sociales en septiembre y noviembre de 2012 seguramente reaparecerá, buscando poner límites al poder. En cuanto a la economía, pareciera ser políticamente neutral. Ni crecerá significativamente ni se derrumbará. Los temas políticos en consecuencia ocuparán un lugar central en el año que se inicia.
En conclusión: la elección legislativa será el hecho político central del año que se inicia y determinará la viabilidad o no del proyecto de reforma y reelección; el gobierno enfrenta dificultades en los grandes distritos, pero corre con ventaja en los 19 más chicos, siendo decisivo lo que suceda con la unidad o división del PJ en la provincia de Buenos Aires; el verdadero de desafío de la oposición es lograr que los candidatos de todos sus partidos firmen el compromiso de oponerse a la reforma y reelección firmado en 2012 y el oficialismo continuará librando batallas en diversos frentes (Justicia, medios, campo, Moyano, etc.), buscando desarticular centros de poder alternativos, con una oposición social más activa.
(*) Titular del Centro de Estudios Nueva Mayoria – Rosendo Fraga
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