Las fiestas de fin de se aproxian. Y para muchos es una verdadera tortura andar por la ciudad, esquivando ejércitos de gente en estado de neurosis, corriendo de un negocio a otro, reventando aguinaldos y –como si esto fuera poco- incluyendo una caótica congestión de transito.
Después de haber atravesado situaciones verdaderamente estresantes como estas, es hora de sincerarse y preguntarnos: ¿Para que sirven las fiestas de fin de año?. A continuación una serie de situaciones que se repiten una y otra vez en estas fechas:
– Comprobamos que siempre nos toca sentarnos al lado del familiar mas insufrible, por ejemplo: un cuñado que no para de hablar con la boca llena, un tio que se la pasa dándonos palmaditas molestas en la espalda mientras se rie a carcajadas de algo que dijo y que se supone que es gracioso, una sobrina adolescente cuya única vía de conexión con el mundo son los mensajitos de texto y cuando alguien le habla solo responde con monosílabos mientras mastica chicle y hace globitos, el menor de los hijos de tu hermana que come con las manos y después se limpia en tu flamante camisa por la que pagaste 170 mangos, la infaltable tia que te habla a los gritos como si vos estuvieses en la otra punta de la mesa y no podia faltar la abuela, que ya está sorda, y encima te hace preguntas que vos tenés que responderle a los gritos para que te entienda al menos tres palabras seguidas.
– Si no la pasás en tu casa, te tomás la precaución de llevar un buen vino para acompañar las comidas, pero a la hora de descorchar, el Luigi Bosca brilla por su ausencia y te plantan un Toro Viejo que te tenés que tomar sin chistar porque a tu esposa no le gusta que hagas quilombo en la mesa “porque es Navidad y hay que compartir y en nochebuena todo el mundo debe ser bueno y el niñito Dios va a nacer” y de la bronca te entran ganas de salir a orinar a todos los pesebres del mundo.
– A una de tus tías no se le ocurre mejor idea que ponerte un regalito en el arbolito. Lo peor de todo es que ya sabés que es una berretada que compró, de puro compromiso, en una de esas casas donde venden productos chinos de cuarta: efectivamente, se trata de una tarjeta musical que cuando la cerrás …sigue sonando!. Para no pecar de descortés, le das las gracias, la melodía (insulsa e insoportable) te acompaña de regreso a casa y no te deja dormir en toda la noche.
– Pasar las fiestas de fin de año fuera de casa, no solo implica tener que soportar al abuelo contando con lujo de detalles sus problemas de próstata sino, además, a las mascotas de los anfitriones (generalmente perros) que, se pasean por debajo de la mesa a la caza de alguna migaja y que además se plantan a nuestros pies, jadean y nos ladran estridentemente para que les arrimemos algún pedazo de carne. La próxima vez, aproveche la oportunidad y –con la excusa de convidarle un huesito- levántese de la mesa y diríjase hacia el patio -cerciorándose de que el cuadrúpedo lo sigue-suban a la terraza juntos (usted y el Batuque), tómelo de la cola, arrójelo al vacío y … FELIZ NAVIDAD PARA TODOOOOSSS!!!!
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